viernes, 20 de febrero de 2009

Economistas del palo (Reflexión sobre el plan Obama y su repercusión bursátil)

El Dow Jones y el Nasdaq 100 han reaccionado de forma negativa al plan de Obama. Esto que todos interpretan como una mala señal, yo la interpreto de una coherencia aplastante. Mi modelo explicativo en mas sociológico y psicológico que economista. Un economista piensa en los números, en que un estímulo obtiene una respuesta fija. El economista piensa en términos macroeconómicos, en que más dinero en las bolsas, aumenta la confianza de los mercados, y por tanto, se invertirá más. Pues resulta que ha pasado justo lo contrario, los mercados están bajando, y los economistas han puesto el grito en el cielo. Este tipo de economistas son a los que denomino economistas del palo, ya que obvian un análisis sociológico y psicológico del momento. La economía son las personas, y las reglas económicas no son más que fórmulas que predicen resultados bajo el precepto de que no cambie nada. Estas fórmulas económicas valen si todo va bien, pero en sus algoritmos no aparece nada que pueda predecir sorpresas. A lo mejor sólo cambios paulatinos, porque 50 señores se ponen alrededor de varias gráficas y deducen: Coño!, cuatro meses bajando seguidos, esto va mal chicos... Los banqueros han sido incapaces de mirar su propia mierda, cuando examinan con lupa las de los demás, y por eso no predijeron que lo que olía mal era su propia mierda. O peor todavía, no se la miran porque saben que huele mal, y que paguemos justos por pecadores. ¡¡¡La espada de Damocles caerá sobre vosotros infieles!!!

Las personas por separado afectan a la economía a un nivel microeconómico. Pero en este mundo globalizado, si afecta a muchas personas a nivel microeconómico, pasa a convertirse en un problema macroeconómico. Estos hechos pueden ser golpes de estados, guerras, y hundimiento de instituciones reguladores de la economía, como ocurre ahora con los bancos. Los modelos económicos no pueden preveer estas cosas, de ahí su ineficiencia. Este hecho es un factor humano que ningún algoritmo puede preveerlo. Por eso es fundamental una profunda reestructuración de los organismos internacionales reguladores, para que puedan preveer como afectan los factores humanos a los modelos económicos.

Pero siguiendo con la reflexión del por qué de la reacción de las bolsas ante el plan Obama, debo afirmar que es muy coherente. Todos sabemos lo que es el Plan Obama, es un cambio del modelo económico en la primera potencia mundial. Supuestamente, las reglas han cambiado. Se va a subvencionar otro modelo energético, acojonando a las petroleras y a todas sus redes distribuidoras. Pero personalmente creo que las petroleras se han dado cuenta de que el mundo pide un cambio del modelo energético, y que seguir manteniendo las mismas políticas de imposición no tiene sentido. Por eso, parece que le han dado carta blanca a Obama, lo que me haza pensar que tienen las espaldas muy bien cubiertas... ¿patentes? El plan Obama va a aumentar las ayudas sociales, ¿y a quién afecta esto?, pues a las aseguradoras. Se les corto el rollo de tener el monopolio de la Sanidad en Estados Unidos. Para que os deis cuenta de la magnitud de dinero que hablamos, pensar que el modelo Sanitario Americano es directamente las aseguradoras. Imaginaros porcentaje del P.I.B. que sería unos 200 millones de americanos con seguros. Pues a este sector también le han jodido. Y por último, el Plan Obama aumenta la regulación y el control del mercado, hechando por trastes los mil trapicheos que se traen todos los empresarios entre sí. Ahora los banqueros están acojonaos, porque no saben si Obama va en serio o no va en serio. Todos los chanchullos que hacían están en stand-by, a la espera de que se estabilicen las cosas. Tampoco olvidar que su política de colaboración y cooperación tampoco le habrá hecho mucha gracia a la industria armamentística. ¿Quizás habrán más golpes de Estado ahora en África?, a lo mejor el fomentar las guerras en el continente olvidado será su fórmula para sobrevivir a Irak. Sería interesante observar si en estos proximos años aumentan las guerras en África.

Esta es la verdad individual, la verdad del empresario y no del brocker. El empresario ante este panorama no es que rechace el plan Obama, sino que se guarda su dinero para ver como evolucionan los hechos y como se estabilizan. Están expectantes de noticias macroeconómicas que les sriva de faro para discernir el futuro y poder ver el horizonte económico mundial. No es un rechazo ante el plan Obama, solo quieren asegurar sus inversiones. Son buenos jugadores de póker, están esperando ver las cartas para hacer jugada. Si el plan Obama hace lo que dice que va a hacer, y nadie mata a Obama por el camino, creo que nos recuperaremos durante el 2010 a nivel mundial. Siempre he recomendado que este es el momento de invertir en energías renovables (Iberdrola...) y en empresas que hagan televisiones (Sony, Panasonic...) Va a ver una revolución cibernética, y la tevisión e Internet están abocados a fusionarse, por lo que todos los hogares van a acambiar de televisor de aui a 5 o 10 años. Además la crisis ha hechado el valor por tierra de muchas de estas empresas. Este es el momento, me juego la cabeza. Si alguien lo hace y kiere darme un pequeño porcentaje o contratarme de asesor yo encantado.

Especial dedicatoria para los economistas del palo que nos habéis llevado a crisis económicas como la actual.

viernes, 13 de febrero de 2009

¿Qué es la ciencia?


Jorge Wasenger realizó una brillante introducción a un coloquio que reunía a los mejores científicos del momento. Es un extracto que saco del libro Procesos al Azar. Dicho encuentro se celebró en el Teatro-Museo Dalí de Figueres ante una audiencia científico artístico-filosófica, el uno y el dos de noviembre de mil novecientos ochenta y cinco. Sin más preámbulos paso a transcribir esta fantástica introducción, con la intención de que sirva de prólogo y de lo qué para mi significa la ciencia. Yo no lo hubiese podido hacer mejor.

“Las cosas sencillamente ocurren. Estas frescas y breves palabras dicen la verdad. La cuestión, ya lo advirtió Aristóteles, se centra en distinguir entre el antes y el después. Los sucesos que ya han ocurrido ahí están, escritos en el gran libro del universo. Es un libro en el que ninguna corrección es posible. Ni una coma. El lector de la historia, raro y minúsculo habitante de la última página, comprueba efectivamente que las cosas ocurren para tejer así un pretérito que existe y que es único. Mirar hacia atrás es una tarea plácida; ciertos pasajes se han emborronado y, mientras no mejoren mucho las técnicas de lectura, ya no es posible saber cuántas coces dio el caballo de Napoleón; otros fragmentos en cambio, como la sinfonía Concertante de Mozart, permanecen claros y nítidos. Por tal facultad de lectura este individuo –el pensador- se considera parte privilegiada del todo. El universo en su devenir es contemplado, sí, por una de sus partes: la inteligencia. Pero todo empieza cuando nuestro héroe vuelve el rostro hacia el después, hacia las páginas (se diría que) en blanco. En este momento su alma se agita. Existe un solo pasado, pero ¿cuántos futuros? Grande es entonces su inquietud, grande y fértil. Porque al tratamiento inmediato para calmar una inquietud suele consistir en la traducción de una o varias preguntas:

Primera pregunta: De lo escrito y de lo que puedo leer ¿es posible conseguir alguna garantía para hacer apuestas sobre lo que está por escribir?

Segunda pregunta: ¿Acaso no puedo incluso influir, por modestamente que sea, en la redacción de lo todavía no escrito?

La primera pregunta es el punto de partida de un valioso producto de la inteligencia, el conocimiento científico. Y la segunda resume la esperanza de una de las funciones más notables del conocimiento, la capacidad para elegir nuestro devenir: ¿la libertad?

La ciencia es una forma de conocer el mundo que empieza a separar al lector de lo escrito, el observador de lo observado, el sujeto del objeto. Es el primer principio del método científico: si el mundo es objetivo, el observador observa sin por ello alterar la observación; es la hipótesis realista. El segundo principio que el científico asume tácitamente para elaborar ciencia podría llamarse la hipótesis determinista y afecta de lleno a esta convocatoria de Figueres: los sucesos del mundo no son independientes entre sí, exhiben cierta regularidad, causas parecidas producen efectos parecidos… El mundo, s , es inteligible. Se trata de un fuerte principio que hace que la afirmación “los sucesos ocurren” no sea, precisamente, una tautología cándida. Dicho de otro modo, en virtud del principio determinista, adquiere sentido nada menos que el concepto de ley de la naturaleza. Porque en la naturaleza no todo es posible; de todos los sucesos virtuales que podrían ser –sea el caos- no todos son. Existen conjuntos de sucesos prohibidos y, cuando el científico cree descubrir una limitación que restringe el caos, entonces dice haber descubierto una ley. Podemos atribuir la potencia de una ley a su capacidad para prohibir, de modo que las leyes muy potentes pueden llegar a dar la sensación de obligar más que de prohibir. Es, sin duda, el caso de la física, disciplina que presume de la colección más prestigiosa de leyes de la naturaleza. Los objetos que obeceden a tales leyes (el sistema planetario, por ejemplo) tienen en verdad un aspecto muy poco caótico. Su comportamiento es ordenado y armónico, decimos. El científico no afirma “éste es el mejor de los mundo posibles”, pero sí cree que, “de todos los mundos posibles, no es éste el de menor armonía”. Capacidad para prohibir, he aquí, al menos una buena aproximación al grado de determinismo que contiene la ley científica. Pero una presunta ley que aspire al calificativo de científica debe someterse todavía a un tercer principio: el de la dialéctica entre sus enunciados y la experiencia. Ello requiere la invención de un método de contraste, llámese verificar, corroborar o falsar, y de ciertos mecanismos de conexión con el mundo real, llámese percibir, observar, experimentar o simular. La esencia de la ciencia es, pues, la investigación con un método que empuñe estos tres principios: de la realidad, de la inteligibilidad y de la dialéctica.

Pero la complejidad de los objetos de nuestro interés puede llegar a desanimarnos a la hora de una rigurosa observación de tales principios. ¿Cómo ser realistas al abordar, por ejemplo, el estudio de la propia mente?, es decir, ¿cómo separar la mente de sí misma? ¿Cómo ser determinista al estudiar el caprichoso comportamiento de un ser vivo? ¿Cómo experimentar cuando diseñamos un programa macroeconómico a largo plazo? En tales casos, y si mantenemos nuestra pretensión de elaborar conocimiento en forma de leyes, los principios del método científico deben forzosamente relajarse. Por este procedimiento, por el procedimiento de ablandar el método, la ciencia deriva hacia la ideología. La esencia de la ideología ya no es la investigación, sino la creencia. De este discurso se infiere que hay que rellenar con ideología todos aquellos agujeros que la ciencia deja vacíos. Si nuestro propósito no es afrontar la segunda pregunta, si no pretendemos utilizar el conocimiento para conducir nuestro futuro, entonces no hay problema. Si el conocimiento que buscamos no es de leyes, sino de imágenes del mundo, abandonar el método científico puede ser muy recomendable; incluso puede convenir tomar principios totalmente opuestos. Es el caso del arte, una forma de conocimiento en la que el creador tiene muy poco interés por distanciarse de lo creado. El conocimiento científico como producto, como resultado, está, pues, exento de ideología; es, si se quiere, frío, inodoro e insípido. Pero todo científico tiene, como ser humano, una ideología. Y ningún científico puede evitar en algún momento de su trabajo la colisión entre sus creencias y la ciencia que elabora o manipula. No hace falta profundizar demasiado en la cuestión para percatarse de que la misión de los tres principios del método científico consiste precisamente en ahuyentar perturbaciones ideológicas. La mente del científico se excluye a si misma durante el propio proceso de investigación, pero no esquiva las interferencias ideológicas en dos importantes fases de su trabajo: al principio, cuando encara la formulación de sus preguntas, y al final, cuando analiza e interpreta las respuestas obtenidas. El científico se obliga a sí mismo a ser realista, determinista y dialéctico, por método, por oficio, pero esto no quiere decir que su visión del mundo contenga tales ingredientes. Más aún, en ocasiones debe admitir que los objetos que describe exhiben propiedades contrarias. ¡El objeto se opone al método! Pero incluso en estos casos el científico se aferra con fuerza a su método y retrocede todo lo que sea necesario para poder aplicarlo de nuevo"

martes, 10 de febrero de 2009

Reflexión sobre la reforma laboral propuesta por la CEOE


Voy a hablar de un tema que puede levantar ampollas, y más viniendo de un socialista convencido como yo. Soy socialista porque creo que las riquezas que genere un Estado se tienen que convertir en progreso social para el pueblo y el planeta. Pero esto no significa que no crea que también se deba apoyar a la empresa, porque tal como esta organizado el mundo, las empresas son el motor económico que lleva al progreso social. Estoy totalmente en contra, y lo sabréis si me habéis leido, de la codicia, de la avaricia y del ego.

Una vez aclarado esto, y un poco arto del PP y de su clase política y de muchos de sus seguidores, quiero realizar una reflexión sobre la reforma laboral que han propuesto los empresarios de la Comunidad de Madrid y que ha sido secundada por la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales), es decir, el sindicato de los empresarios. Resulta que estos señores han propuesto una reforma laboral. Esta reforma laboral se basaría en abaratar el despido, pasando de pagar 45 días por año trabajado al trabajador a 20 días.

Bueno, vamos a pararnos y pensar con una lógica de una nueva izquierda pragmática y alejada de ciertos dogmatismos marxianos. En la conyuntura en la que nos encontramos actualmente en España, creo que los empresarios se han ido de listos. Vamos a ver señores, ¿en qué coño estáis pensando?, ¿en despedir a más gente y dejarlos sin ni un puto duro? Vamos a ser realistas. Como estan ahora mismo las cosas es de poca catadura moral pedir esto. El abaratamiento del despido solo tiene sentido para potenciar la movilidad laboral, quitar el miedo de algunos empresarios a contratar nuevos empleados, reducir los contratos temporales y mejorar la calidad de los contratos fijos. Pero el problema es que ahora si se despide a una persona, dicha persona no puede encontrar otro trabajo para subsistir, porque simplemente no lo hay. Hay que garantizar la subsitencia de los trabajadores despedidos, que entre el finiquito y el subsidio de desempleo les das sólo para sobrevivir un par de años a lo sumo. Esta situación se agrava en las personas con edades cercana a la jubilación, ya que para la jubilación sólo se cotiza los últimos años trabajados. Imaginaros una persona con 50 años que tuviese un buen sueldo en su empresa y que ha sido despedida. Si ya es difícil que lo vuelvan a contratar, si lo hacen seguro que no es con el mismo salario que antes, por lo que su jubilación se vería seriamente perjudicada. Pero bueno, este no es el momento para este debate tan interesante.

En lo que se refiere al abaratamiento del despido sólo tendría sentido discutirlo en épocas de prosperidad económica, donde resulte fácil encontrar otro empleo y no ahora, que es casi imposible. Pues voy a ejercer de abogado del diablo, y sugerir una reforma laboral con sentido y pragmática, pero no para ahora, sino cuando nos recuperemos. Confío en que Zapatero nos sacará de esta crisis, pero tiene que empujar un poquito más en dejarnos un futuro prometedor. Tiene que sentar las bases de un nuevo modelo económico de crecimiento y de garantías, sin que se cometan los errores del pasado.

Mi propuesta es la siguiente. En España, muchas familiar regentan negocios familiares y pequeños, es decir las pymes. Mi propuesta sería abaratar no a 20 días, pero si a 30 días. Pero a esto sólo se podrían acoger las pymes, ya que las multinacionales tienen suculentos beneficios, y se aprovechan muchas veces de los trabajadores. Con esta medida, en épocas de vacas gordas, ayudamos a flexibilizar la economía, potenciar el empleo, mejora la calidad de los contratos y ayuda a las pymes en convertirse en empresas grandes.

Y ya para acabar, y aunque no venga al caso, sugerir al gobierno que ofrezca ayudas a las pymes para invertir en innovación y poder ser así más competitivas en el mercado internacional. Ahora me pregunto... ¿esto lo leerá quien lo tiene que leer? jejejeje.